Pocas cosas hay tan emocionantes para un aficionado al fútbol como presenciar un partido en un estadio repleto. Nada se iguala a gritar un gol junto a decenas de miles de personas. El año de 2019 fue especial para el fútbol femenil profesional en cuanto a la asistencia de aficionados a los estadios. Dos récords mundiales fueron impuestos:
Asistencia a un partido de Liga
El domingo 17 de marzo se enfrentaron el Atlético de Madrid y el Barcelona en el estadio Wanda Metropolitano en Madrid. El Atlético ocupaba el primer lugar en la tabla de posiciones y llegaba con seis puntos de ventaja sobre el Barcelona. Ganar el partido significaba tener prácticamente el campeonato en la bolsa pues faltaban pocas jornadas en el torneo. Para Barcelona, el gane representaba tener muy buenas probabilidades de convertirse en campeón. Un total de 60,739 aficionados se dieron cita para ver ganar al Barcelona por dos goles a cero.
Este evento rompió el récord que se había impuesto apenas un año antes en la ciudad de Monterrey, México. En mayo de 2018 un total de 51,211 asistieron al partido de vuelta de la final del torneo de clausura para ver coronarse a Tigres de Nuevo León.
Asistencia a un partido Amistoso Internacional
El sábado 9 de noviembre la selección de Inglaterra recibió a la Alemana en el legendario estadio Wembley en Londres, para disputar un partido amistoso.
El récord de asistencia a un partido amistoso internacional se había impuesto, curiosamente, también en Wembley en un partido entre ambas escuadras en noviembre 2014 ante 45,619 aficionados. El partido de 2019 representaría para Inglaterra la revancha por la derrota de 3 goles a 0 sufrida en 2014.
Pese a la lluvia torrencial que cayó antes y durante el partido, un total de 77,768 asistentes fueron testigos de la derrota de la selección Inglesa por 2 goles a 1. Una vez más, Wembley era poseedor de un nuevo récord mundial.
Por desgracia, el ver una buena asistencia a partidos femeniles se da muy poco. ¿Por qué no asiste la gente a los estadios? Hablemos primero del extranjero y después de casa.
En Europa, el promedio de las ligas de Francia, Inglaterra y Alemania es alrededor de mil quinientos espectadores. España apenas llega a los mil. La liga de Estados Unidos es la que mejor promedio presenta con poco más de siete mil asistentes por partido pero beneficiado por la afición del equipo de Portland Thorns, que en cada encuentro cuenta al menos con dieciséis mil aficionados.
El costo de las entradas a los estadios, convertidos a pesos mexicanos, son de alrededor $160.- en Europa y de $300.- en Estados Unidos. Tampoco es un tema de horarios; los juegos son casi siempre en sábados y domingos, en horas decentes.
Conclusión: no tengo idea por qué la gente no asiste a apoyar a sus equipos. Es increíble, por ejemplo, que en las instancias finales de la Champions League, con clubes de la elite europea, los juegos no rebasen los cinco mil aficionados. Son pocos los encuentros que pueden presumir de decenas de miles. Lo único que se me ocurre es que la gente aún no “compra” el nivel que tiene el fútbol femenil, pese a ser el mejor del mundo. Situación difícil si se comparan con los equipos varoniles como el Barcelona, Liverpool, PSG, etc.
En México pudiera haber menos misterio.
La Liga MX Femenil alcanza un promedio de dos mil espectadores, aunque ayudado de manera importante por la afición de Tigres de Nuevo León y Rayadas de Monterrey. Un factor que podemos eliminar es el costo de las entradas. Estas son de $75.- en promedio y en muchos casos, las entradas son gratuitas.
Hay temas importantes detrás de la poca afición en los partidos:
Los horarios no ayudan. La mayoría de los partidos del torneo de la Liga MX Femenil, se juegan entre semana y muchos de ellos en horarios laborales.
Hace falta mejorar la experiencia. ¿A qué me refiero? A todo lo que implica asistir a un juego. Para que la experiencia valga la pena, se debe contar con cuestiones básicas como: diversas vialidades para llegar al estadio; transporte público disponible o estacionamientos eficientes; bebidas y comida a precios accesibles; baños limpios y suficientes y tener la seguridad de que no vamos a ser molestados, lastimados o insultados.
Por desgracia se sabe que los mayores ingresos económicos de los equipos provienen de los contratos con televisoras y no de la asistencia a los estadios. Por ello se ve complicado que quieran invertir en mejorar la experiencia de los aficionados.
Sin duda, un tema relevante también, es la percepción de que el nivel de juego es bajo. Si a esto le agregamos que los dueños de los clubes no quieren invertir para que el equipo femenil tenga las condiciones necesarias para elevar el nivel, difícilmente cambiará la percepción.
Existen muchas ventajas en asistir a un juego de fútbol femenil: las entradas son baratas, no hay tumultos y el ambiente es más relajado. En cuanto al partido en sí: no se pierde tanto tiempo, hay más entrega por parte de las jugadoras y no hay drama ni peleas.
Hubo una característica en común en los 2 partidos de 2019 que rompieron récord de asistencia en Europa. Un gran porcentaje de los asistentes eran niñas o muchachas jóvenes, que presenciaban su primer partido de fútbol femenil. Miles de aficionados vestidos del color de sus equipos, apoyándolos sin cesar con cánticos y porras, en un estadio prácticamente repleto, es la imagen que estas niñas se llevaron a sus casas. Es la imagen de lo que para ellas representa el fútbol femenil: algo normal, algo importante, algo electrizante; en pocas palabras, un deporte que vale la pena apoyar.